sábado, 5 de enero de 2019

La última rosa del edén


La última rosa del edén.

Los primeros rayos de luz acariciaron mi rostro con ternura,
instándome a despertar,
obligándome a contemplarte con los ojos llenos de realidad,
y aunque siento tu silueta junto a mi cama,
mis manos no pueden acariciarte y mis labios no pueden besarte...

 La fragancia de tu perfume permanece,
 sobre la almohada siento el tacto de tus cabellos de seda,
y aún siento el latir de tu corazón junto al mío,
mientras al otro lado de la ventana,
las hermosas flores de los cerezos descienden
mecidas por la suave brisa de tu voz celestial,
y al escuchar en mi mente tu voz mi alma se siente reconfortada…

Mi laúd suena desafinado,
pues ya no escucho con otra cosa que no sea mi corazón,
y solo tu voz por la mañana hace que me sienta feliz...
 Tu ausencia me llena de melancolía y añoranza,
aunque el anhelo por escucharte
me da fuerzas para vivir para siempre…

Acaricio las herrumbrosas cadenas que me retienen,
buscando el valor necesario para romperlas,
soñando que al otro lado del estanque lleno de juncos plateados
estés tú, la última rosa del edén,
la flor más hermosa de la creación,
a quien he entregado mi corazón y mi alma,
sin reservas y aun sin esperanza...

¿Mas qué puedo hacer sino adorarte?
Cada noche sueño con tu rostro, con tus profundos y hermosos ojos,
y cada minuto del día te lo entrego a ti,
pues tú eres quien hace que mi mundo se detenga,
¿Acaso no lo ves?
¿Acaso no ves que te amare de aquí a la eternidad?...


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