Uno de los inicios que más me gusta en las novelas de fantasía, es el poema que sirve de introducción para la historia. He llegado a considerarlo un elemento casi imprescindible a modo de prologo. Mi próxima novela, Amor eterno, primer volumen de la trilogía El juicio de los dioses, comienza de la siguiente manera:
Los sabios murmuran,
susurrando
oscuros secretos ignotos y terribles
para
aquellos que tengan el valor de
escucharlos.
El
hombre, criatura temerosa y asustadiza,
siempre
prefirió buscar respuestas en la luz,
pues
temía enfrentarse a la oscuridad,
pues
encogía sus corazones,
y
les arrebataba el valor para luchar por sus vidas.
Una
eternidad adorando a los dioses de la luz,
centurias
de manipulación de falsos profetas,
tan
sólo para obtener riquezas y poderes terrenales,
una
efímera sensación de gloria,
incapaz
de satisfacer la sed de conocimiento y poder
que
ofrece el vasto multiverso,
sumido
en un caos de oscuridad
y
no debe ser alterado jamás.
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